¿Viste que los perros ni se mosquean cuando pasan por un charco de agua y después dejan sus huellas a medida que siguen caminando? No era la intención compararte con un perro (bueno, vos mismo te comparaste con una ballena -encallada- una vez, así que tal vez puedo hacerlo) pero sí quiero que veas que yo era el cemento en el cual pisaste con tus patitas mojadas. Y encima, cemento fresco. Tus huellas quedaron marcadas en mí y le dieron gracia y relieves a mi uniforme y chato gris.
No sé cómo hubiera sido si yo también te hubiese pisado, marcado, enamorado, estrujado, embrujado. Y odio el "por algo se dio así". Pero lo único que puedo ver ahora es que ahí te vas. Ahí te vas, dejás que te suelte, no oponés resistencia. Sos parte del aire.
Y yo también. Hasta siempre, comandante.
6 comentarios:
otra historia de no-correspondencia.
cuidado quien lee, puede sentirse equivocadamente nombrado.
Serían problemas que vienen cuando uno publica su vida privada en un blog. Pero seguramente, quien tenga que sentirse aludido, lo hará. Estaría bueno saber si así fue.
Sin embargo hay personas que parecieran estar inmunizadas frente al deber de "hacerse cargo". Gente que nunca desea sentirse aludida, porque eso implica, sin duda, una gran responsabilidad...
Mejor perdernos en el anonimato, en la comodidad del "por algo se dió así", en el silencio frente a palabras que suenan a demandas de amor...
Creo que somos capas de cemento llenas de huellas de vida, a veces son de amores no correspondidos y a veces otras huellas. Todo el tiempo hay una capa nueva esperando ser marcada... Por suerte algunas huellas también son caricias. Fantástico texto. Espero que estés muy bien.
qué arrojo... asi son las luciérnagas...
Llegó.
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