lunes, 30 de agosto de 2010

La lección de astronomía

Un hombre giraba alrededor de
una mujer con órbita inestable.
El apogeo era cuando
conseguía tomar sol a su paso
o podía –por un rato– meterse
debajo de sus alas
a la sombra de sus ojos
al calor de sus sábanas.

El perigeo (o cualquiera fuera el
nombre técnico) era todo lo demás:
consultar el almanaque y la
tabla de mareas, rodar frío
como una bolita de vidrio
por los espacios estelares
entre corazones.

Un hombre vivía enamorado
de una mujer que lo miraba pasar
como a las nubes sobre su cabecita.
El soñaba cada noche con
eclipse de sol, cada día con
eclipse de luna,
cada vez se le movían más el
eje de rotación y el equilibrio.
Estaba enfermo de intemperie.
Hasta que un día –perdido por perdido–
se salió de órbita con un
golpe sin ley ni permiso de la física
y se dejó caer sobre ella
con la gravitación soberana
del destino.

El hombre gira perdido ahora
dentro de una mujer que
no lo reconoce del todo.
Lo busca en el cielo o sus
alrededores, pero él golpea
desde la cárcel de sus costillas,
no la deja dormir.
Convirtió la órbita
en su pulso acelerado.

Un hombre giraba alrededor
de una mujer, con órbita inestable y
sin saber de astronomía.
Hoy navega su sangre
río arriba, trepa por el pulso
y espera hacer escala
cuando llegue, instalarse
como un trompo
en su corazón, girar ahí
siempre.

Juan Sasturian

domingo, 1 de agosto de 2010

Saliendo de la espiral obsesión



-¿Por qué estás tan rarita? -me preguntaba, hablando con un palillo en la boca, como siempre.
-Qué te importa -le digo antes de contarle todo, de principio a fin, acabando con-: Y lo peor es que me he vuelto a obsesionar con David. Creía que se me había pasado, pero no hago más que acordarme.
-Date seis meses más -me aconseja-. Y ya verás cómo se te pasa.
-Ya me he dado doces meses, Richard.
-Pues date seis meses más. Suma meses, de seis en seis, hasta que se te pase. Estas cosas llevan tiempo.
Resoplo sonoramente por la nariz, como un toro.
-Glotona, escuchame -me dice Richard-. Un día de éstos vas a recordar esta época de tu vida como un dulce momento de tristeza. Entenderás que, estando de duelo y teniendo roto el corazón, estás en el mejor sitio posible para cambiar tu vida.
-Pero es que lo quería de verdad.
-Pues mira qué bien. Querías a no sé quién. ¿No sabes cómo funciona ese tema? El tipo ese te ha tocado una parte del corazón que ni sabías que tenías. Vamos, te ha dejado tocada, nena. Pero ese amor que has sentido no es más que el comienzo. Casi ni lo has probado. Es sólo un amor mortal, pobre y chapucero. Ya verás cómo eres capaz de amar mucho más profundamente. Caramba, Glotona, un día llegarás a querer al mundo entero. Ése es tu destino. No te rías.
-No me estoy riendo -le dije llorando-. Y, por favor, no te rías de mí, pero creo que no consigo olvidarme de este tipo porque estaba convencida, en serio, de que David era mi alma gemela.
-Y probablemente lo fuera. Lo que pasa es que no sabes lo que eso significa. La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un portazo. Pero, ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Se vive demasiado mal. Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha. Gracias a Dios. Pero a ti no te da la gana soltarlo. Esa historia se acabó, Glotona. La función de David era darte una sacudida, sacarte de ese matrimonio que no funcionaba, machacarte un poco el ego, hacerte ver tus obstáculos y adicciones, romperte el corazón para que te entrara la luz y desesperarte y hacerte descontrolar tanto que no te quedara más remedio que cambiar tu vida y luego presentarte a tu maestra espiritual y largarse con viento fresco. Ése era su cometido y lo ha hecho a la perfección, pero ya se acabó. Y a ti no te da la gana archivarla como una relación corta y punto. Eres como un perro en un basural. Vas a chupar una lata a ver si le sacas algo de alimento. Como que sigas así, se te va a quedar el hocico metido en la lata y la vas a pasar mal. Así que olvídate del tema.
-Es que lo quiero.
-Pues quiérelo.
-Es que lo hecho de menos.
-Pues échalo de menos. Mándale luz y amor cuando te acuerdes de él y olvídate del tema. Te da miedo deshacerte de los últimos trocitos de David, porque sabes que te vas a quedar muy sola... y a Liz Gilbert le da pánico plantearse lo que puede pasar si se queda sola. Pero tienes que entender una cosa, Glotona. Si liberas el hueco que tienes dedicado a obsesionarte con ese tipo, te va a quedar un vacío en la cabeza, un espacio abierto, una puerta. ¿Y a que no sabes lo que va a hacer el Universo con esa puerta? Pues entrar por ella. Dios va a entrar en ti y te va a llenar de un amor que no has visto ni en tus mejores sueños. Deja de usar a David para bloquear esa puerta. Olvídate de ese tema.
-Pero me gustaría que David y yo...
-¿Lo ves? Eso es lo malo que tienes -me interrumpe-. Te gustan demasiadas cosas. Menos "gustar" y más "buscar", nena, que vas de culo y cuesta abajo.
Esa frase me hace soltar la primera carcaja del día. (y a mí también, con lágrimas en los ojos)
-Pero, ¿cuánto voy a tardar en dejar de sufrir?
-¿Quieres que te de una fecha exacta?
-Sí.
-¿Qué quieres? ¿Marcarla con un círculo en un calendario?
-Sí.
-Te voy a decir una cosa, Glotona. Eres una manipuladora obsesiva. (...) Eres una adicta al control. Dale. ¿Nadie te lo ha dicho nunca o qué?

en Comer Rezar Amar, de Elizabeth Gilbert

Saliendo del medio del miedo

Cada noche, después de cenar, veía la misma película. Conocía los distintos matices del film, incluso cada palabra de los diálogos con su entonación exacta.
Se preguntaba: ¿Cómo aprender algo nuevo después de tantos años de repeticiones? ¿No sería aquello una metáfora de su vida, prisionero en una pequeña jaula mental de la que no se atrevía a salir por miedos acumulados? ¿Por qué no empezar a ver otra película distinta? ¿Por qué no salir de ese guión repetitivo?
-Si salgo de este encierro me haré visible y las cosas dejarán de ser previsibles. Quiero tenerlo todo bajo control.
Los muertos lo tienen todo controlado...

Alejandro Jodorowsky