lunes, 13 de abril de 2009

Como cuando tenía 14

"Anoche me subí arriba del tanque de agua". En realidad no es arriba, es al lado... y en realidad anoche no me hizo falta subir tan alto. Anoche subí a la terraza y me quedé en unos escalones viendo lo mismo que se puede ver desde más arriba: la luna, las estrellas, el pulmón de manzana y las luces de mi barrio.
Y me di cuenta que:
1- era una noche hermosa más
2- pasaron 10 años desde que descubrí ese momento para mí
3- mis problemas, vistos desde esa altura, eran mínimos: ¡hasta me pareció que no tenía problemas!; de chiquita yo sentía que vivía entre mares de lágrimas y problemas, pero cuando subía... ellos eran sólo charquitos vistos desde ahí
4- siento que por fin estoy empezando mi vida, eligiendo exactamente las cosas que quiero hacer, amando a las personas que quiero amar, cambiando para poder seguir cambiando
5- sólo me faltabas vos, para compartirte mis ocurrencias, para que les des una "vuelta de tuerca" más...

Y en eso me puse a observar la alternancia de las luces rojas de dos pararrayos de unos edificios de la otra cuadra. Cada luz iba a su ritmo, y fue mágico darme cuenta que pasados los segundos esas luces titilaban al mismo tiempo: se prendieron y apagaron juntas dos veces... después de eso se desacoplaron otra vez, pero a cada ratito volvían a titilar juntas.
Y esto va a cuento de cierta analogía que me parece que pasa con todas las relaciones que uno mantiene en la vida... cada uno sigue su vida a su ritmo, y va encontrándose por el camino con otras vidas... la magia viene en ese encuentro y en el reencuentro, y qué encantadores son esos momentos. Y cuando el compás no acompaña... a seguir bailando, para que en el próximo encuentro tengamos cosas para contar.

2 comentarios:

Xavier dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Esta nota... y tu blog entero, me dan... ¿miedo? Pero un miedo lindo... aunque como algunas cosas lindas, da miedo.
Coherentemente contradictorio,
E