viernes, 3 de abril de 2009

Solas No Más, sólo en el teatro

Solas no más Teatro Cartelera

Una de las seis definiciones que la Real Academia Española ofrece sobre la soledad reza: carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Ese es el puntapié inicial de la historia de Clara y Alejandra, dos chicas que desean conocer “gente” nueva –hombres, básicamente- y deciden llamar a un aviso publicado en una revista femenina en donde un tal Germán será el galán que las acompañe por una noche. Una cita a ciegas que se convertirá en un hito en sus vidas.

Solas No Más comienza con la presentación de una performance a cargo de Magali Romero, Natalia Pascale y Florencia Navarro que adelanta el tema sobre el cual gira la pieza teatral central: las mujeres y la soledad entre los veintitantos y los treinta y pocos. Si bien queda explícita la cuestión de la soledad amorosa, la cosa va más allá. Se trata de una soledad existencial, en donde lo que hacen, dicen o piensan parecieran ser experiencias que sólo les pasa a ellas, imposibles de ser comprendidas. Tal como si cada uno de los personajes se manejase en su propio mundo, con sus propios problemas y desgracias, incapaces de compartirlos con alguien. ¿Esto no es acaso esa carencia voluntaria? ¿Qué nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos y no poder abrirnos a los otros, que de alguna forma u otra siempre pueden ayudarnos? Da la impresión que hay experiencias en la vida que son universales, que a todos nos pasan, pero causan tanto dolor que sólo se comparten con unos pocos o con nadie.

En tono de comedia negra, Clara (Gisela Sabatella) y Alejandra (Mariela Rodríguez) se encargan de conducir al público por los caminos de sus propias miserias. Con personalidades bien coloridas, cada personaje juega sus cartas con sus desdichas a flor de piel . La obra plantea dos caras de la soledad, la del pesimismo, por un lado y la de la esperanza, por el otro. Así son Clara y Alejandra. La primera con una actitud apesadumbrada frente a la situación que le toca vivir y con el peso de esperar siempre lo peor de cada situación. La segunda con un toque de histrionismo que le permite ver las cosas –o creer que las ve- color de rosas, llegando a superar los niveles de tolerancia de su compañera de departamento. El trío en escena lo completa Matías Herrera quien en la piel de invitado cumple su rol a la perfección logrando que su participación no pase inadvertida.

Como dijimos, el desencadenante es una cita a ciegas, una cena organizada por Clara a la espera de un invitado que logre sacar a ambas amigas del letargo de una vida rutinaria que las agobia. En tono de comedia, que a veces roza con el drama, los actores logran arrancar más de una carcajada y por qué no reflexiones acerca del existir, vivir y morir en un mundo en el que tal vez muchas personas -muchas más que las que te estás imaginando- no encuentren con quien superar su propia soledad, la existencial. Y no sólo a alguien que les diga: ¡salud!, cuando estornudan.

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