domingo, 29 de marzo de 2009

El deseo



"Un día me fui al mar, y no me sentí muy bien.

Entonces caminé hasta las rocas q hay debajo del Torreón y traté de sentirme.
Y en un instante entendí mi enfermedad y mi sanación…y en medio de ésa lucha entre mente y corazón volvió a mi rescate Walt Whitman con la frase q tanto me abraza: “No es que me contradiga…en mi conviven multitudes”, a lo que yo agrego sin ninguna humildad: así que solo las dejo aparecer.
Pensé en tanta gente, en tantas personas a las que quisiera ver plenos y felices.
Recordé que hay epidemias actuales como las crisis de ansiedad y angustia, los ataques de pánico, la obesidad, la diabetes….y tantas sensaciones q no dejan vivir en paz, y me dije q quizás tenía sentido compartir lo que sigue.
Después saqué del morral anotador, lápiz y escribí.

He escuchado del deseo desde el punto de vista psicológico y no creo estar hablando de ése deseo (o quizás si).
De todas maneras no apunto a ése lugar.
Es más, no apunto a ningún lado, ni siquiera apunto.
Pero es ésta una forma también de presentarme y decir lo que yo soy cuando me detengo y me afirmo en ese espacio q di en llamar: deseo…casi casi mi pulsión de vida.

Vivir desde el deseo y sin reprimirlo, exalta el espíritu, calma completamente la ansiedad, mejora la luminosidad de la piel, devuelve el brillo a la mirada y a las relaciones con los otros.
Vivir desde el deseo y sin concesiones exorciza enfermedades de cualquier origen y estilo.
Vivir desde el deseo sirve de ejemplo a generaciones futuras y debiera (siiii! Ya sé…pero igual debiera) ser motivo de orgullo para quienes nos han parido o gestado.
Vivir desde el deseo, es casi un antojo de mujer embarazada.
Algo de lo q si uno se priva puede devenir en manchas o deformidades, no de la piel y órganos…pero en tantos otros espacios del microcosmos que somos.
No se debiera vivir sino desde el deseo.
Y yo sé!! Que ésto es molesto de ver en el otro, porque nos recuerda nuestras propias omisiones…y que muchas veces transforma a quien hace el intento diario de vivir desde el deseo en “la bruja del espejo”.

Pero, también sé que quizás por eso y sólo por eso me mantengo viva y con aliento.
Con lo cual debo decir me queda una sola opción.
O vivo así…o me extingo.
Elijo entonces vivir así. Y al que le quede bien el poncho, que se lo ponga!!!

Cuando contradigo mi deseo, contradigo mi naturaleza, peco contra “lo sagrado que yo soy” y me vuelvo un poco más triste, menos salvaje, más detestable y menos sana.
Vivir contra el deseo es prácticamente odiarme generar una onda expansiva que afecta a todo mi entorno.

Así es que voy…amando mi humanidad y caminando como un ser que no puede dejar de amar. A eso voy.

El deseo no es capricho, el deseo es mi única razón de existencia.
Es lo único y todo lo que soy.
Si me paro en otro espacio sencillamente voy esfumándome hasta desaparecer.
Si me paro en otra parte me pongo al borde de un abismo con mi propio eje inclinado hacia el vacío. Eso es.
Eso soy, y eso dejo de ser cada vez que no me siento bien.

Eso quizás te pase a vos también.
Por eso salto la muralla del miedo al ridículo y por eso cometo la impertinencia de escribirlo, para acompañarte y nada más."

Encontrado en: http://elllanoenllantas.blogspot.com/2009/03/devolucion.html

Yo una vez sentí todo esto, en la playa también, en un atardecer del noviembre pasado. Me sentí enamorada de mi misma, centrada en lo que estaba haciendo y en lo quería hacer. Y si bien no perduró esa revolución de sentimientos, y me volví a equivocar y a olvidar de mí un par de veces más... está bueno volver a descubrirse aprendiz de la vida, despertar el deseo de vivir la vida que uno quiere vivir, tocar las vidas que sabemos nunca nos van a olvidar. Saber que si bien no tenemos la respuesta al "sentido de la vida" escrito en un papelito en el bolsillo, tenemos al deseo, motor y calor de las ideas, de los sueños, del corazón.

jueves, 5 de marzo de 2009

Amorosa Soledad, sólo en cines


A Soledad la abandona su novio. A partir de ese momento, resuelve estar sola por los próximos "2 o 3 años" de su vida y evitar otro fracaso amoroso. Desde que toma esa decisión, lo único que hace es trabajar a favor de su propia contradicción...

El arte de correrse del eje de uno, de poner el faro en la otra persona... en esa persona que nos gusta, de la que nos enamoramos. ¿Cómo no perderse? ¿Cómo hacer para mantenerse en el mismo lugar... o mejor dicho, caminar, crecer y cambiar juntos, sin elevar en un pedestal al otro? Tal vez sea viendo la realidad, empezando por valorarse a uno mismo.

Soledad, que cree estar enferma casi todo el tiempo, conoce a un hombre con el que las cosas parecen fluir de una manera inesperada, pero en ese mismo momento su ex la llama para decirle que quiere volver. El reencuentro la obliga a tener que tomar una decisión.
Una madre ocupada por su imagen que no deja de llamarla por teléfono y no la visita, un padre al que casi no ve y un socio confidente al que abruma con sus problemas completan el abismal, luminoso y apasionante mundo de Soledad.